Cierro mi empresa y dejo el marketing

Pues nada, lo que lees ahí arriba. En unos meses daré por terminada mi etapa profesional en el marketing online.

 

Eso sí, en la primera mitad de 2025 venderé un producto inédito, mi último producto como Cerdo Estratega, y a partir de ahí… ciao pescao.

 

 

Por qué

 

Muchas personas no toleran el riesgo. Yo no tolero la monotonía.

 

Entiendo que en el mundo tiene que haber de todo y que a un extremo tenemos perfiles como el auxiliar administrativo, que se pasa la vida informando sobre formularios y poniendo sellos, mientras que en las antípodas tenemos a los emprendedores en serie, que son incapaces de conformarse con gestionar una única empresa, por muy bien que les vaya con ella.

 

En mi caso está claro hacia qué lado me caigo.

 

De hecho, si lo piensas, empecé en el diseño gráfico, luego pivoté hacia el diseño web, luego salté a la formación, creé una membresía para diseñadores web profesionales y luego me transformé en Cerdo Estratega.

 

Es decir, en mis 12 años como emprendedor ya he cambiado de tercio unas cuantas veces. Lo que pasa es que, hasta ahora, todos los cambios los había realizado dentro de un entorno controlado: el marketing online. Esta vez es diferente. Esta vez cambio de nicho, de modelo de negocio y casi de planeta.

 

Pero antes de contarte qué voy a hacer a partir de ahora deja que te explique por qué dejo el marketing. 

 

Lo primero que debes saber es que no veo mi negocio como un trabajo en el sentido tradicional de la palabra. Yo necesito disfrutar con mi negocio, divertirme, dar rienda suelta a mi creatividad. De alguna forma me lo tomo como un juego, como un reto. Como completar un Lego, como terminar un puzzle, como hacer una manualidad con mis lechones.

 

Sin los componentes de dificultad, creatividad y novedad, me aburro. Pierdo la motivación, me desconecto de mi proyecto.

 

Por eso mis productos tienen ciclos de vida cortos, por eso cada dos o tres años necesito hacer grandes cambios en mi negocio.

 

El patrón siempre es el mismo: algo atrapa mi interés (el diseño web, el SEO, las páginas de nicho, las membresías, el email diario, la estrategia, el copy, etc.), dominar lo que sea se convierte en un reto (como hacer un Lego, un puzzle, o una manualidad), así que activo el modo obsesivo y me sumerjo de lleno en la disciplina -o asunto en cuestión- hasta que siento que me he pasado el juego.

 

Ahora me vas a perdonar la falta de humildad, pero me pasé el juego del diseño web, el del SEO, el de las páginas de nicho, el de los cursos online, el de las membresías, el de los webinars, el del email diario, el de hacer un cambio de marca, el del copy y el de la estrategia.

 

¿Sabes qué pasó en cada una de esas ocasiones? Que perdí el interés. 

 

Insisto, el patrón siempre es el mismo: algo me interesa, me sumerjo, lo domino, me deja de interesar.

 

¿Quiere decir esto que el marketing me ha dejado de interesar? Sí y no.

 

A ver, tengo una lista enorme de proyectos profesionales que me apetece hacer antes de que la Parca toque a mi puerta y no me apetece que llegue el momento de mirar hacia atrás y sentir que he renunciado a ellos por haber dedicado toda mi carrera al marketing.

 

Dicho esto, sé que los grandes guruses del emprendimiento mantienen que debes ser constante, abrazar los sistemas, apreciar el poder de la repetición, etc. Y seguramente tengan razón, siempre y cuando el objetivo y prioridad número uno del emprendedor sea crear y consolidar un gran negocio que dure décadas.

 

Mi objetivo y prioridad no es ese. Mi objetivo y prioridad es divertirme cada puto día que voy a trabajar.

 

Y cuando hablo de divertirme no me refiero a que todo sea un parque de bolas cada día. De hecho, mi concepto de la diversión implica afrontar retos difíciles, aprender disciplinas que no domino y sentir que me he pasado el juego en nivel difícil.

 

Total, que siempre supe que mi carrera en el marketing no duraría toda la vida, es un tema que he comentado en mis cursos, sesiones de soporte y entrevistas. He sido muy feliz estos años, el marketing ha sido una inmensa fuente de alegrías, me siento orgulloso de lo que he hecho, siento que he ayudado a muchísimas personas y me sentiré eternamente agradecido por todo lo que he vivido.

 

Simplemente sabía que este día llegaría y siento que ahora es el momento para dar el paso.

 

 

Los primeros seis meses de 2025

 

Desde hace mucho tiempo tengo entre ceja y ceja el lanzar una formación que lleva años metida en un cajón, esperando su turno. El caso es que la llevo preparando desde hace tiempo y verá la luz en el segundo trimestre de 2025. Será mi último producto, mi último lanzamiento como Cerdo Estratega.

 

Mi último gran reto, un último baile.

 

Mientras tanto, hasta que ese momento llegue, seguiré haciendo email diario (si por email diario entendemos que mandaré correos cuando me salga del toto).

 

Si eres cliente y te preguntas qué pasará con las formaciones que has comprado y sus accesos, no te preocupes, hemos preparado unas preguntas frecuentes que encontrarás al final de esta página (y siempre puedes escribirnos si después de leerlas tus dudas no están aclaradas).

 

 

A partir del 30 de junio

 

El lanzamiento de esa formación inédita no tiene fecha definitiva, seguramente será en abril o en mayo pero, con toda seguridad, el día 30 de junio ya habremos cerrado todos los asuntos que quedasen pendientes.

 

Por tanto, a partir del 1 de julio daré por finalizada mi etapa como emprendedor en el marketing digital y desapareceré de la vida pública marketiniana.

 

No daré más entrevistas.

 

No enviaré más emails a la lista.

 

No publicaré más en LinkedIn.

 

Simplemente me encerraré en mi cueva para prepararme de cara a mi próximo reto.

 

 

A qué me voy a dedicar

 

A principios de este año estuve en Alicante dando una clase en la Universidad.

 

Después nos fuimos a comer con unos amigos y entre ellos estaba Baptiste Pons, cliente fiel y profesional al que respeto profundamente. Durante la comida salió el tema de esos canales de YouTube que tienen millones de reproducciones con vídeos que muestran algún tipo de trabajo manual.

 

Ya sabes, car detailing, limpieza de alfombras, arreglo de jardines, creación de piezas de cerámica, etc.

 

La teoría de Baptiste es que en la naturaleza del ser humano está el manipular herramientas y crear con las manos. Sin embargo, durante las últimas décadas hemos dejado de utilizar nuestros pulgares oponibles (salvo para hacer scroll en el móvil) y hemos pasado a aporrear teclas delante de una pantalla.

 

Esa desconexión con lo manual, con lo artesanal, hace que nuestro cerebro eche de menos ese tipo de actividad y se sienta atraído por las tareas manuales que llevan a cabo otras personas, por eso nos quedamos embobados viendo cómo otros trabajan. Es nuestro cerebro matando el gusanillo.

 

No sé si la teoría de Baptiste va bien encaminada o no, pero a mí me parece que tiene mucho sentido. Te cuento esta anécdota porque yo siento esa desconexión.

 

Porque lo digital es muy útil, muy cómodo, muy escalable y muy todo lo que tú quieras, pero a mí el cuerpo me pide salir a pasear por el río, correr por los acantilados de Asturias, hacer barbacoas para mis amigos, tomarme las cervezas en persona (¿qué mierda es esa de los cafés virtuales?) y crear con las manos.

 

Por eso mi próximo proyecto no será digital. Tendrá una parte digital, claro, la del marketing, pero mi trabajo en el día a día será manual. Daré rienda suelta a un tipo de creatividad que siempre ha estado dentro de mí pero que, con el paso de los años, fui relegando a un segundo, tercer y cuarto plano.

 

Ahora bien, si Baptiste sembró la semilla, Laura Gabriel Lop regó la tierra, sobre todo cuando me habló del caso de su marido, Román. Tanto Laura como Román han llevado a cabo reconversiones profesionales muy valientes, pero es que la de Román es heavy, heavy.

 

En una de nuestras sesiones, Laura me contó que su marido tenía -hasta hace muy poco- un puestazo de la leche en una empresa importante. Sueldazo y reconocimiento, el pack completo. Un buen día el tío decidió que quería dejar su trabajo y dedicarse a su verdadera pasión.

 

¿Sabes cuál es su pasión?

 

¿El desarrollo personal?

 

¿Algún deporte?

 

¿La nutrición?

 

¿La Inteligencia Artificial?

 

¿Vender cursos de cómo conseguir un puestazo de la leche en una empresa importante?

 

Si te dijera que tienes 10 intentos para adivinarlo estoy seguro de que no lo conseguirías.

 

El sueño de Román era ser electricista. Un autónomo de toda la vida de dios. Un currela. Un pelacables. Un chispas.

 

A ver, a mí su ejemplo me flipó porque estamos acostumbrados a ver cambios hacia “mejor”, hacia trabajos más deslocalizados, con sueldos mayores, con mayor libertad de horarios, más escalables. Lo que no es muy común es "descender" voluntariamente hacia una categoría profesional percibida socialmente como inferior.

 

Bueno, pues el tío, con sus dos cojones morenos, ha dejado su puestazo, se ha enfrentado a la incomprensión y juicio de su entorno, ha terminado en noviembre la formación correspondiente y ya tiene la agenda a reventar. 

 

Y yo que me alegro. Inspiración en vena, colega. Respect Román, respect.

 

Me emociono cuando cuento su historia porque… ¿sabes qué pasa? que yo a mis 16 no sabía que eso se podía hacer, que podía renunciar a hacer una carrera, que era una opción decantarme por un oficio. Entiéndeme, sabía que podía elegir, pero fue algo que jamás estuvo sobre la mesa, ni se me pasó por la cabeza hacer algo que no fuera una carrera universitaria.

 

Arturo, con lo trabajador, responsable y educado que es estudiará algo importante. Arturo será un gran economista, o un abogado destacado, o seguirá los pasos de sus tíos haciendo carrera en la Inspección de Trabajo, o en Hacienda, o como Fiscal del Estado.

 

Joder, me dan escalofriskis solo de escribirlo, qué repelús.

 

El caso es que mis profesores, familia y amigos esperaban algo de mí… y yo acepté “mi destino” como una dócil ovejita que no da problemas.

 

Total, que en mi próxima etapa profesional quiero volver a los orígenes, a lo que dejé apartado, a la creatividad, a lo artesanal, a lo tangible. Esta vez me tomaré la libertad de hacer lo que me sale de dentro, no lo que los demás puedan esperar de mí.

 

Por eso, cuando baje la persiana de Cerdo Estratega, me dedicaré a la carpintería.

 

Y con esto ya estaría. Espero que disfrutes del fin de año y que empieces 2025 a tope de power.

Te mando un fuerte abrazo,

 

 

Arturo Geppetto García.

 

PD: Te dejo con una de "cosas que puedes estar pensando" y otra de FAQ sobre las formaciones y los accesos.

 

Cosas que puedes estar pensando

No me lo creo, tiene que ser una broma, ¿es una broma?

No, no es una broma, me voy a dedicar a la carpintería. Con serruchos, formones, gramiles, garlopas, palos y toda la parafernalia.

 

Arturo, de verdad, ¿Se te ha ido la olla?

Es posible.

 

¿Y si sale mal? 

Si sale mal me busco un trabajo de pintor (que también me mola), me ofrezco a llevar el email diario de algún emprendedor destacado (malo será que se me olvide cómo se escribe y se vende mientras hago viruta), o me saco unas oposiciones de auxiliar administrativo (Dios no quiera que tenga que llegar a eso). Pero vamos, que no va a salir mal, va a salir cojonudamente bien.

 

¿No te parece que es un cambio a peor?

Depende de lo que entiendas por “peor”.

Lo cierto es que no será escalable, no será digital, no creo que haga tanto dinero como con el marketing, tendré que empezar desde cero, sin autoridad, sin comunidad, sin experiencia… joder, me estoy poniendo cachondo solo de pensarlo.
 

Respuestas a algunas dudas